La doctrina de Cristo
El elder Ballard nos aconseja que debemos concentrarnos en estudiar, escudriñar y vivir la doctrina de Cristo, cada una de las partes que componen esta doctrina conllevan un sinnúmero de ápices que deberíamos indagar, instruirnos. Entender que aveces perdemos el camino, nos desviamos del tronco principal y nos vamos por las ramas.
Aquí comparto algunas enunciados que sirven para después buscar aún más, ahondar para que finalmente nos ayude a entender en algo y descubrir que tan lejos o cerca estamos.
1- El Salvador indica cuál es su doctrina
“…ésta es mi doctrina, y es la doctrina que el Padre me ha dado; y yo doy testimonio del Padre, y el Padre da testimonio de mí, y el Espíritu Santo da testimonio del Padre y de mí; y yo testifico que el Padre manda a todos los hombres, en todo lugar, que se arrepientan y crean en mí.
“Y cualquiera que crea en mí, y sea bautizado éste será salvo; y son ellos los que heredarán el reino de Dios.
“Y quien no crea en mí, ni sea bautizado, será condenado.
“… y quien en mí cree, también cree en el Padre; y el Padre le testificará a él de mí, porque lo visitará con fuego y con el Espíritu Santo …
“De cierto, de cierto os digo que ésta es mi doctrina; y los que edifican sobre esto, edifican sobre mi roca, y las puertas del infierno no prevalecerán en contra de ellos” (3 Nefi 11:32–35, 39).
2- La expiación infinita que apacigua las demandas de la justicia y recibimos el perdón por medio de nuestra fe y la obediencia a las leyes y ordenanzas del Evangelio.
"Sin embargo, de Alma aprendemos acerca del plan de misericordia de nuestro Padre, por medio del cual el Hijo de Dios expiraría los pecados del mundo y “apaciguar[ia] las demandas de la justicia, para que Dios sea un Dios perfecto, justo y misericordioso también” (Alma 42:15).
El sacrificio vicario del Salvador apacigua la justicia de Dios; por tanto, Dios extiende Su misericordia, por medio de la cual podemos recibir el perdón de nuestras transgresiones mediante nuestra fe en el Redentor y la obediencia a las leyes y ordenanzas del evangelio.
Lehi enseñó a su hijo Jacob:
“Por tanto, la redención viene por el Santo Mesías y por medio de el, porque el es lleno de gracia y de verdad.
“He aquí, el se ofrece a si mismo en sacrificio por el pecado, para satisfacer las demandas de la ley, por todos los de corazón quebrantado y de espíritu contrito” (2 Nefi 2:6–7).
3- Nos harán creer que es una cosa vana e insensata.
"Un tipo de engaño trata de despistarnos con respecto a quién debemos seguir. Refiriéndose a los últimos días, el Salvador enseñó esto: “…Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán” (Mateo 24:4–5). En otras palabras, muchos procurarán engañarnos diciendo que ellos o sus enseñanzas nos salvarán, por lo que no es necesario tener un Salvador ni Su Evangelio. El Libro de Mormón describe eso como “el poder del diablo para extraviar y engañar el corazón del pueblo… y… [hacerlo] creer que la doctrina de Cristo era una cosa insensata y vana” (3 Nefi 2:2).
Dallin H.Oaks
La doctrina de Cristo y la Expiación (véase 2 Nefi 31:2–21; 32:1–6; 3 Nefi 11:31–40; 27:13–21).
Boyd K. Packer
4- El libro de Mormón clarifica la Doctrina
"Gracias a ese sagrado compañero de la Biblia, mi comprensión de la doctrina de Cristo ha aumentado y así, muchas de las dudas que quedaban sin respuesta en ésta, ahora se explican a mi entera satisfacción. El Libro de Mormón es la evidencia tangible de que José es un profeta de Dios, de que Cristo realmente se le apareció y de que el Evangelio ha sido restaurado en toda su pureza y plenitud."
Richard Edgley
5- Se debe obtener un testimonio
¿Por qué debemos obtener un testimonio más firme de la realidad viviente del Hijo de Dios, tal como se encuentra en el Libro de Mormón? En la actualidad, existe una gran confusión en el mundo cristiano acerca de la doctrina de Cristo, no sólo acerca de Su naturaleza divina sino también acerca de Su expiación y de Su resurrección, de Su Evangelio y, en particular, de los mandamientos relacionados con ello. El resultado es una creencia en un Cristo hecho a gusto del hombre, un Cristo popular, un Cristo crucificado y silencioso. Las creencias religiosas erróneas llevan a los comportamientos religiosos incorrectos.
Charles Didier
6- Si se entiende bien, sabrá que andar a medias, tibiamente, no transformará nuestra vida ni tendremos las bendiciones prometidas.
"Después de salir de las aguas del bautismo, nuestra alma tiene que estar inmersa y saturada continuamente con la verdad y la luz del evangelio del Salvador. El sumergirnos de vez en cuando y de manera superficial en la doctrina de Cristo y la participación parcial en Su Iglesia restaurada no producirá la transformación espiritual que nos permita andar en vida nueva; más bien, se requiere la fidelidad a los convenios, la dedicación constante y el ofrecer toda nuestra alma a Dios, si es que vamos a recibir las bendiciones de la eternidad.
“Quisiera que vinieseis a Cristo, el cual es el Santo de Israel, y participaseis de su salvación y del poder de su redención. Sí, venid a él y ofrecedle vuestras almas enteras como ofrenda, y continuad ayunando y orando, y perseverad hasta el fin; y así como vive el Señor, seréis salvos” (Omni 1:26).
David A. Berdnar
7- Lo que tiene más valor
"Si bien el evangelio de Jesucristo comprende toda la verdad, no todas las verdades tienen el mismo valor. El Salvador enseñó claramente que Su evangelio, ante todo, es Su sacrificio expiatorio. Su evangelio también es una invitación a recibir las bendiciones de la Expiación a través de la fe en Cristo, el arrepentimiento, el bautismo, recibir el Espíritu Santo y perseverar fielmente hasta el fin."
Daniel k Judd
8- La más sublime y elevada labor
"Sin descuidar estas necesidades temporales, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, por mandamiento del Señor, mantiene la más sublime y elevada labor de servicio, que es bendecir a todos los hombres, enseñándoles la doctrina de Cristo e invitándolos a realizar las ordenanzas de salvación para que logren “… la inmortalidad y la vida eterna” (Moisés 1:39).
Carlos H. Amado
9- La Restauración de esta verdad
"Después de todo lo que el Salvador ha sufrido por la humanidad, no es de extrañar que, en la Primera Visión, al hablar de las iglesias que existían, Él le instruyese a José que “no debía [unirse] a ninguna, porque todas estaban en error” Más tarde, el Salvador introdujo la restauración de Su doctrina verdadera respecto al plan de salvación y otros principios salvadores, tales como la doctrina de Cristo."
Quentin L. Cook
10- Las escrituras exponen está doctrina
"Debido a que las Escrituras exponen la doctrina de Cristo, van acompañadas del Espíritu Santo, cuya función es dar testimonio del Padre y del Hijo (véase 3 Nefi 11:32). Por lo tanto, el enfrascarnos en las Escrituras es una forma en que recibimos el Espíritu Santo. Naturalmente, el Espíritu Santo es quien da las Escrituras en primer lugar (véase 2 Pedro 1:21; D. y C. 20:26–27; 68:4), y ese mismo Espíritu puede testificarnos a ustedes y a mí de la veracidad de ellas. Estudien las Escrituras de manera detenida y deliberada. Mediten en ellas y oren al respecto. Las Escrituras son revelación y brindarán revelación adicional."
Todd Christofferson
11- Es la fuente de fortaleza
"No importan las circunstancias, pruebas y desafíos que nos rodeen; el entendimiento de la doctrina de Cristo y de Su expiación, será la fuente de nuestra fortaleza y la fuente de nuestra paz, sí hermanos, esa calma y tranquilidad interior que nacen del Espíritu que Dios da a Sus santos fieles. Él nos alienta diciendo: “La paz os dejo, mi paz os doy… No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo” (Juan 14:27).
Benjamín Hoyos
12- El deseo de buscar
"El despertar este deseo nos prepara para buscar los modelos prometidos. El buscarlos nos conduce a la doctrina de Cristo como la enseñan el Salvador y Sus líderes-profetas. Un modelo de esa doctrina es perseverar hasta el fin. “Y bienaventurados aquellos que procuren establecer a mi Sión en aquel día, porque tendrán el don y el poder del Espíritu Santo; y si perseveran hasta el fin, serán enaltecidos en el último día y se salvarán en el reino eterno del Cordero” (1 Nefi 13:37
Paul E. koelliker
13- Es una revelación divina por tanto procurar ante todo un firme testimonio de esta verdad
"Valoramos la erudición que realza el entendimiento, pero en la Iglesia hoy día, tal como en la antigüedad, el establecer la doctrina de Cristo o el corregir las desviaciones en cuanto a la doctrina es un asunto de revelación divina a aquellos que el Señor inviste con autoridad apostólica
Suplico a todos los que oigan o lean este mensaje que procuren, por medio de la oración y el estudio de las Escrituras, ese mismo testimonio del divino carácter, de la expiación y de la resurrección de Jesucristo. Acepten Su doctrina mediante el arrepentimiento, siendo bautizados y recibiendo el don del Espíritu Santo y luego, a lo largo de su vida, sigan las leyes y los convenios del evangelio de Jesucristo.
Todd Christofferson
14- El medio para obtener las bendiciones de la expiación
"la doctrina de Cristo es el medio —el único medio— por el que podemos obtener todas las bendiciones que están disponibles a través de la expiación de Jesús. La doctrina de Cristo nos permite acceder al poder espiritual que nos elevará de nuestro estado espiritual actual a un estado en el que podemos llegar a ser perfeccionados como el Salvador"
Brian K Ashton
15- Podemos ser perfeccionados
podemos ser perfeccionados al “[confiar] íntegramente” en la doctrina de Cristo de manera reiterada y continua: ejercitar fe en Él, arrepentirnos, participar de la Santa Cena para renovar los convenios y las bendiciones del bautismo, y reclamar al Espíritu Santo como compañero constante en mayor medida. Al hacerlo, llegamos a ser más como Cristo y somos capaces de perseverar hasta el fin, con todo lo que ello implica. En términos menos formales, a Dios le importa mucho más quiénes somos y en quienes nos estamos convirtiendo, que en quienes fuimos alguna vez; a Él le importa que sigamos intentándolo.
Dale G Renlund
16- La Santa cena parte vital en la doctrina de Cristo, arrepentimiento semanal, convenio bautismal, promesa de guardar los mandamientos para finalmente tener la guía del espíritu Santo
Por este medio aceptamos está doctrina
“Y éste es el mandamiento: Arrepentíos, todos vosotros, extremos de la tierra, y venid a mí y sed bautizados en mi nombre, para que seáis santificados por la recepción del Espíritu Santo, a fin de que en el postrer día os presentéis ante mí sin mancha”
Ésta es la doctrina de Cristo34. Cuando recibimos esta doctrina y vivimos en conformidad con ella, en verdad somos limpiados y lavados en la sangre de Cristo.
Por medio de las oraciones sacramentales, expresamos nuestra aceptación de esta doctrina de Cristo y nuestro compromiso de vivir de acuerdo con ella. En nuestra súplica a Dios, nuestro Padre Eterno, declaramos nuestro compromiso de recordar siempre a Su preciado Hijo. Primero, declaramos nuestra “disposición” a recordar; y luego declaramos que “sí” recordamos. Al hacerlo, tomamos el compromiso solemne de ejercer fe en Jesucristo y en Su redención de la muerte y del pecado.
Declaramos además que “[guardaremos] sus mandamientos”. Ése es un compromiso solemne de que nos arrepentiremos. Si en los días anteriores nuestros pensamientos, palabras o actos no han sido tan buenos como deberían haber sido, volvemos a comprometernos a alinear más nuestra vida con la Suya en los próximos días.
A continuación, declaramos que estamos “…dispuestos a tomar sobre [nosotros] el nombre [del] Hijo”. Ése es un compromiso solemne de que nos someteremos a Su autoridad y de llevar a cabo Su obra, la que incluye efectuar todas las ordenanzas y convenios de salvación personales"
James J Hamula
17- Concentrarnos en estudiar, vivir y amar la doctrina de Cristo
Al escudriñar las Escrituras y las palabras de los apóstoles y profetas, pasados y actuales, debemos concentrarnos en estudiar, vivir y amar la doctrina de Cristo.
Además de cultivar el hábito de la lectura personal de las Escrituras, debemos ser como los hijos de Mosíah y dedicarnos “a mucha oración y ayuno”
M. Russell Ballard